LA GRATITUD

A propósito de gratitud, quiero compartir esta maravillosa historia con un mensaje lleno de amor y esperanza y aprovechar para dar las gracias, desde lo más profundo de mi corazón, a todos los seres que a través de toda mi existencia, me han enseñado y apoyado en mi camino, en especial a mis familiares y amigos.
Y dar un agradecimiento grande a mis padres, que aunque ya se fueron de este plano, los sigo sintiendo a mi lado; decirles que cada día entiendo mucho más sus opiniones, consejos, esfuerzos, enseñanzas y valores; que mi mayor riqueza está en la familia que me dieron y que con todo lo que he vivido y aprendido, hoy les puedo decir: ¡ ...tenían toda la razón !

Ante los dos:  Jesús y Lía,  ¡ me quito el sombrero !

María Eugenia.

¡ ME ENCANTA MI PARED !
Un sábado, después de ir con Samantha, mi ahijada de diez años, a Pizza Hut y a ver una película, la llevé al nuevo domicilio de su familia.  Cuando dejamos la autopista para entrar en un camino de tierra que conducía a su casa, me dió un vuelco el corazón al ver que ella y sus padres estaban viviendo en un viejo autobús escolar en medio de un campo.
Mientras  Samantha me enseñaba la casa de su familia, comencé a sentir pena de que esa niña, a la que yo quería tanto, se estuviera criando en un lugar tan destartalado.  Mientras yo posaba tristemente los ojos en las juntas oxidadas de las paredes metálicas, las ventanas rotas y el techo con goteras, comprendí que sus padres habían descendido a una forma de vida puramente de subsistencia.  Deseé rescatarla de esa lamentable situación.
- ¿Quiéres ver mi habitación? - me preguntó mirándome con sus grandes ojos castaños.
- Pues sí - contesté vacilante.
La niña me cogió de la mano y me condujo por una improvisada escalera que llevaba a un pequeño cuarto anexo que habían construído sobre el techo del autobús.  Me estremecí al ver que la habitación estaba en las mismas condiciones que el resto, apenas habitable.  Miré a mi alrededor y vi un elemento bastante simpático, un tapiz de vistosos colores que colgaba sobre el único sector de la habitación que se podía llamar pared.
- ¿Qué te parece vivir aquí? - le pregunté, esperando una respuesta triste.
Sorprendido ví que se le iluminaba el rostro.
- ¡Me encanta mi pared! - contestó riendo.
Me quedé atónito. No lo decía en broma.  De verdad le gustaba su cuarto, por esa alegre y vistosa pared.  Para ella era un trocito de cielo en medio de su pobreza y prefería centrar su atención en eso.  ¡Era feliz!
Volví a mi casa impresionado, en un estado de reverente respeto.  Esa niña de diez años veía la vida con ojos agradecidos y eso lo cambiaba todo.  Comencé a pensar en las cosas de mi vida de las que me había quejado.  Caí en la cuenta que al preocuparme por lo que no tenía, había dejado de ver lo que sí tenía.
El primer paso para obtener lo que deseamos, es agradecer lo que tenemos.  El universo siempre da más de aquello en lo que uno fija su atención.  Éste es un principio metafísico de importancia suprema, la clave misma para la manifestación de abundancia.
Cualquier experiencia podemos considerarla de dos maneras: con los ojos de la carencia o con los de la abundancia.  El temor vé límites, mientras que el amor vé posibilidades.  Cada actitud estará justificada por el sistema de creencias que prefiramos.  Deja de ser fiel al credo del temor y pásate al del amor y el amor te sustentará a donde quiera que vayas.
"El amor no puede estar muy lejos de un corazón y una mente agradecidos..."  Éstas son las verdaderas condiciones para ser feliz.
Alan Cohen.

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Comentarios: 1
  • #1

    Vozar (miércoles, 30 mayo 2012 18:07)

    Thanks for info